La tarde del 11 de julio de 2005, en el sótano de la mansión Vanger, se encontró una cámara de tortura, instalación usada por Martin Vanger para la documentación de sus asesinatos.

Martin Vanger se inspiró en capítulos y versos del Levítico, el tercer libro del Pentateuco, para realizar sus ejecuciones. Filmó todos y cada uno de sus crímenes a lo largo de medio siglo.

Su padre, Gottfried Vanger, protagonizó la primera serie de estos asesinatos, entre 1949 y 1965. Fue él quien inició a su hijo en el macabro oficio. Una de sus primeras víctimas fue una secretaria de las empresas Vanger, Rebecka Jacobsson, quien falleció en 1949 según las indicaciones del versículo 27 del capítulo 20 del Levítico: Luego, lo despedazará en porciones, y el sacerdote las dispondrá, con la cabeza y el sebo, encima de la leña colocada sobre el fuego del altar. (Rebecka fue violada antes de ser puesta de cabeza sobre las brasas).

La fuente de esta información decidió permanecer anónima, pues descubrió la cámara de Martin por casualidad, mientras realizaba una investigación sobre un miembro desaparecido de la familia Vanger: Harriet, hermana de Martin. Según la fuente, Martin Vanger se mostró preocupado por el paradero de su hermana, pues lo ignoraba por completo. Y, al contrario de las suposiciones generales, no la había asesinado.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Que pendejadas!!
Eso lo sacaste del libro "Los Hombres que no Amaban a las Mujeres"...
Mamadas!!

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A estos no tuvimos tiempo de incluirlos

A estos no tuvimos tiempo de incluirlos
Pero son igual de notorios