De no haber sido por los cadáveres encontrados en su sótano, Bela Kiss habría pasado por un buen hombre, excéntrico, parco… todo, menos un asesino. Bela Kiss (1877-????) de origen húngaro, vivía en Czinkota, donde llegó acompañado de su esposa, María. La gente del pueblo le adoraba por su carácter amable y atento. Alquiló una casa y empleó a dos criados, los cuales pasaban la noche en sus propios hogares por orden de Kiss. Los empleados hablaban maravillas de su atención pero coincidían al describir a Kiss: tenía gustos raros y era poco hablador.

¿Las apariencias engañan? Pues sí. A Bela Kiss sólo se lo conocía superficialmente; difícil averiguar si llegó a tener alguna importante amistad. Si se hubiera llamado la atención sobre este hecho con anterioridad, a lo mejor no hubiese escapado con tanta facilidad. Pero entonces, el número de asesinos potenciales subiría exorbitantemente. Y ya de por sí la clasificación de los asesinos seriales es ambigua.

Bela Kiss pertenece a los asesinos organizados, quienes se preocupan por su adecuación social: tienen amigos, amantes en el caso de Kiss. Cuando son capturados, tienen más probabilidades de ser descrito como amable. Kiss, al contrario de otros asesinos en serie, no se complicó a la hora de ocultar sus crímenes. Los motivos de los asesinos en serie se colocan generalmente en cuatro categorías: "visionario", "orientada a las misiones", "hedonista" y "poder o control", pero en ocasiones no se preocupan por encajar sus crímenes dentro de ellas, y matan de cualquier manera.

Durante las ausencias de Kiss, su esposa María se veía con un joven, Paul Bihari. Cuando los vecinos consideraron justo delatarla, Kiss encontró la casa vacía y una carta de su esposa. Los criados lo encontraron llorando con la carta en la mano. Tiempo después, Kiss contrató a una ama de llaves, a quien pidió dejar la casa mientras una amiga suya le visitara. Luego la llamó a continuar con su trabajo. Y así sucesivamente. Conforme las amigas de Bela Kiss iban a llegar a su casa, la ama de llaves debía estar ausente.

Kiss mandó a fabricar unos depósitos cilíndricos de gran tamaño para su sótano, supuestos bidones de gasolina, los cuales podría disponer el Condestable del pueblo si se producía la guerra. Los periódicos de Budapest daban avisos de mujeres desaparecidas. Se sospechaba de un tal Hoffman, quien también terminó desapareciendo.

La sobrina del Ministro de Comercio, Isabelle Koblitz, desapareció de su hogar. Otro incidente extraño, fue la denuncia de una joven, Luisa Ruszt, quien reportó ser atacada por un monstruo diabólico de ojos salvajes. El atacante saltó sobre ella mientras ella transitaba por la calle.

Con el estallido de la primera guerra europea Bela fue disminuyendo sus viajes y sus citas, y éstas fueron definitivamente ya imposibles cuando fue reclutado para luchar. Bela alegó no poder enrolarse porque sufría del corazón pero tras hacerle una revisión médica descubrieron que la enfermedad era falsa y lo reclutaron. Antes de partir entregó la llave de su sótano al Condestable del pueblo.

Cinco meses después llegó la noticia de la muerte de Bela Kiss. Entonces, el Condestable hizo público el deseo del húngaro de utilizar el combustible de los bidones de su sótano. Una tarde de julio de 1916, pasó por allí un camión militar falto de gasolina, el cual no tardó en usar la gasolina de los bidones de Kiss. Los soldados trataron de mover uno de los bidones pero se quejaron de que algo sólido parecía moverse dentro del líquido. Al abrir el bidón descubrieron a una joven desnuda, estrangulada con una bufanda de seda y conservada en litros de alcohol.

Tras abrir el resto de bidones, tan sólo uno contenía la gasolina prometida. Tras dar parte a la policía y proseguir las investigaciones, Hoffman fue identificado como Bela Kiss, quien había mantenido correspondencia con 19 mujeres, y estar al tanto de su situación económica y familiar. Todas fueron encontradas, bien en los cilindros del sótano juanto a Maria y Paul, o en un almacén de un pueblo cercano.

Cierta noche llegó a Budapest una increíble noticia: Bela Kiss no falleció en la guerra, había desertado. Se lo buscó en vano. Otro desertor fue quien confirmó la existencia de Bela: había conocido a un tipo, quien decía haber hecho fortuna asesinando mujeres ricas. Bela se exilió en algún lugar de Sudamérica, donde su aspecto moreno lo hizo pasar desapercibido. No se supo más de él.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el plan perfecto de todo buen asesino, matar mujeres ricas y quedarse con sus fortunas y salir bien parado de esto. con una identidad nueva y millonario. que mas se puede pedir

Javier dijo...

Si pues, para algo han de servir las mujeres, jajaja. Las mujeres ricas quiero decir, jajaja

Publicar un comentario

A estos no tuvimos tiempo de incluirlos

A estos no tuvimos tiempo de incluirlos
Pero son igual de notorios